Hubo una guerra
“Dicen los viejos que en este país hubo una guerra”. Así comenzaba la canción “Libertad sin ira” del grupo Jarcha (1976). Y es cierto. Hubo una guerra en la que se lanzaron miles y miles de proyectiles y bombas sobre el territorio. Y ahora, más de 80 años después, todavía siguen apareciendo restos de estos artefactos de muerte y destrucción, muchos de ellos conservados íntegros con su carga explosiva.
Según publicaba el diario El País en marzo de 2019, la Guardia Civil ha detonado desde 1985 unos 35.000 artefactos explosivos, en un 80% procedentes de la Guerra Civil de 1936 a 1939. “El mapa de los hallazgos, elaborado a partir de un listado de más de 300 páginas, marca en rojo las zonas donde se libraron las grandes batallas: Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel, el Ebro… pero no hay una provincia libre de este peligro latente. El primer puesto se lo lleva Teruel (3.693 artefactos), seguida de Asturias (2.283), Madrid (2.277), Tarragona (2.194) y Castellón (2.058)”. El citado diario adjuntaba un gráfico que muestra que, en contra de lo que se pudiera pensar, el número de artefactos descubiertos y explosionados cada año no decrece.
Como se puede observar en el gráfico, destacan las granadas de mano (37,9%), los proyectiles de artillería (37,2%), las granadas de mortero (17,5%), las espoletas (3,6%), las granadas de fusil (2,0%) y las bombas de aviación (1,8%). Las fotografías que se acompañan pertenecen al grupo de facebook “vestigios de la guerra civil en Teruel”, y son todas ellas recientes, prueba de que la sorpresa por los hallazgos sigue estando al orden del día.
Obviamente, donde resulta más común encontrar este tipo de proyectiles es en el entorno de lugares donde la guerra tuvo mayor intensidad (trincheras, instalaciones defensivas, cuevas, etc). Pero no hay que descartar ningún otro lugar. Se han localizado en bosques (en numerosas ocasiones), campos de labor, acuíferos (en 2017 se localizaron 538 granadas en uno de Monreal del Campo y en una charca de Salcedillo apareció una bomba de 50 kilos de peso, nada menos), escondrijos, playas o barrancos (arrastradas por las corrientes) y en especial con motivo de los movimientos de tierra para la construcción de infraestructuras.
Es en este último caso cuando entran en escena las carreteras. No hay que olvidar que éstas siempre han sido un objetivo estratégico y que por ello en su entorno es habitual localizar restos del conflicto bélico. Se han dado numerosos casos en los que al efectuar el movimiento de tierras de la explanación han aparecido proyectiles, pero no es el único tipo de hallazgo. En 1986, cerca de Villalba Baja (Teruel), una bomba fue extraída en una gravera utilizada para obtener material de préstamos, cargada en el camión que transportó el material a la explanación de la carretera y descargada allí, momento en el cual se dieron cuenta los operarios de su existencia. Afortunadamente no explotó con tanto trasiego. La Guardia Civil se encargó de ello.
¿Qué hacer?
Es importante recalcar lo que hay que hacer en el caso de encontrarse un proyectil: no debe ser tocado ni manipulado (por muy oxidado y deteriorado que esté, puede conservar su carga explosiva), se debe señalizar el lugar intentando que el artefacto siga estando visible, es interesante obtener las coordenadas geográficas si dispone de un teléfono móvil y debe comunicar su hallazgo de inmediato, llamando al 112. Es importante alejarse lo antes posible del lugar y tener siempre presente el peligro que puede suponer si provoca la explosión. Todos los años aparecen en prensa tristes noticias sobre accidentes por manipular este tipo de proyectiles.
Las imágenes que siguen son del año 2016 y pertenecen al hallazgo de una bomba incendiaria de aviación, de fabricación alemana, en las obras de acondicionamiento de la carretera N-232, cerca de Monroyo (Teruel). La bomba estaba enterrada, a unos dos metros de profundidad del nivel original del suelo. Los TEDAX de la Guardia Civil procedieron a neutralizar in situ el artefacto mediante una explosión de bajo orden. Posteriormente la bomba, ya sin carga, fue extraída del lugar.
No solo al mover tierras…
Se conoce un caso en el que el hallazgo no surgió al efectuar una obra en la carretera, sino al proceder a la inspección de una obra de drenaje, en el marco del sistema de gestión del mantenimiento. Es lo que sucedió en el Sector TE-3, cerca de Montalbán. El inspector que procedía a revisar el estado de una alcantarilla descubrió un proyectil de gran tamaño en su interior. El artefacto había sido arrastrado recientemente por las aguas del barranco hasta detenerse en tan singular lugar.
No siempre hay que mirar hacia el suelo para localizar un proyectil. En el diario ABC se informaba en 2014 que uno de ellos había estado colgado en un pino aragonés desde hacía 75 años. Curioso, cuanto menos (y amenazante).
Y para finalizar, qué mejor uso carretero de la carcasa de una bomba desactivada que la de servir de guardarruedas. Es el caso de la denominada “casa de la bomba”, atracción turística de Torrebaja (Valencia) y recuerdo del terror que sufrió la población el 26 de noviembre de 1938.