Los nombres de las carreteras
Estamos acostumbrados a que todas las carreteras tengan una nomenclatura propia que las identifica y distingue, aparte de su definición según su itinerario de referencia (origen, destino y algún punto intermedio) y, en ocasiones, de su propia denominación.
Al circular por las carreteras, el nombre de cada una, generalmente formado por unas letras y varios números (LL-NNN como máximo, en las carreteras estatales), se ha hecho familiar y resulta muy útil para no perder el itinerario a seguir, gracias a que dicho nombre está incluido en todos los hitos y en todos los carteles de orientación colocados en España.
En España, la última actualización del Catálogo de carreteras estatales figura en el Anexo II de la Ley 37/2015 de Carreteras (BOE de 30 de septiembre de 2015). Allí aparece el listado oficial de carreteras, con su nombre, denominación e itinerario de referencia origen/destino.
Aunque parezca mentira, la nomenclatura abreviada de las carreteras, basada en letras y números, tiene apenas 100 años y en España aún no se ha alcanzado ese centenario.
Inicialmente, las carreteras fueron denominadas según su itinerario de referencia. Así figuraban en los Planes Generales de carreteras del siglo XIX y de comienzos del siglo XX.
El primer Plan General de Carreteras de España se aprobó por Real Decreto de 7 de septiembre de 1860. En el fondo, era un listado de carreteras por provincias, indicando las que debían ser de primero, segundo o tercer orden. Sin embargo, las consecuencias fueron decisivas para definir la estructura viaria de cada provincia. Las carreteras incluidas en ese Plan de 1860 (modificado en 1864), cuya construcción y conservación se atribuía al Estado, configuran hoy día, en buena parte, los corredores viarios fundamentales.
La construcción de carreteras continuó durante el siglo XIX y comienzos del XX de acuerdo con sucesivos planes. A los ya citados de 1860 y 1864 le siguieron el de 1877 y el de 1914. En todos ellos cada carretera estaba identificada mediante el itinerario de referencia.
En las carreteras se dispusieron hitos kilométricos y miriamétricos e incluso carteles orientativos, siguiendo las directrices de la Orden Circular de 15 de octubre de 1861. No obstante, en ninguno de estos hitos, cuyo modelo llegó hasta 1939, aparecía la denominación de la carretera. En los hitos miriamétricos se disponían las distancias a poblaciones importantes y al origen de la carretera, junto con el número del kilómetro. Nada más.
La idea de identificar cada carretera mediante una nomenclatura abreviada apareció, como otras cosas relacionadas con la carretera, en Francia. Nació vinculada a la confección de los primeros mapas de carreteras, gracias a la idea de los hermanos André y Edouard Michelin.
Los hermanos Michelin poseían desde 1889 una empresa de fabricación de pelotas de goma, zapatas de freno y neumáticos. En 1900 decidieron publicar una guía gratuita para sus clientes, en la que incluyeron itinerarios y servicios para el viajero, añadiendo su opinión sobre algunos de estos servicios. Pronto añadieron un mapa de Francia. Fue el origen de la conocidísima Guía Michelin.
En 1910 publicaron su primera guía para la venta comercial. Según se cuenta, vieron que en un taller utilizaban una de sus guías para equilibrar una mesa de trabajo, lo que les convenció de que para que algo sea valorado debe ser pagado.
En esa época, la confección de sus mapas e itinerarios se encontraba con la dificultad de que la mayoría de las carreteras francesas no tenían indicaciones. A los conductores había que ponerles las cosas fáciles para que no se extraviaran. El auténtico negocio les sobrevino gracias a que en 1913 obtuvieron el derecho a proveer la señalización de las carreteras francesas, que luego recogían en sus mapas.
En esa época, la mayor parte de las escasas señales indicadoras de las carreteras españolas habían sido costeadas por el Real Automóvil Club de España. Muy pronto, a imitación de las carreteras francesas, se publicaron propuestas para numerar las carreteras. En el Heraldo Deportivo de 4 de agosto de 1918 se insistía en la necesidad de numerar las carreteras y que esta numeración apareciera en hitos y carteles, para facilitar la orientación de los conductores.
¿Era fácil extraviarse en las primeras carreteras españolas cuando se pasó de ir al paso animal a la mayor velocidad de los primeros automóviles? Al parecer sí, incluso aunque uno sea el mismísimo rey. No fue el primer rey de España en perderse, pero es curiosa la noticia publicada en el “Noticiero Turolense” en septiembre de 1914: “Según ha manifestado el ministro de la Gobernación Sr. Barroso lo ocurrido el miércoles a S.M. el Rey en su excursión automovilística fue que equivocó una carretera y tuvo que desandar bastantes kilómetros. Además le sorprendió una tormenta en el camino”.
Los primeros itinerarios numerados aparecieron en España con motivo del desarrollo del Circuito Nacional de Firmes Especiales. En cada señal orientativa y en cada hito se mencionaba el itinerario al que pertenecía. En la publicación “Señales e indicadores en las carreteras del Circuito Nacional de Firmes Especiales”, publicado por el Patronato en 1930, se puede leer: “Grupo tercero: Indicaciones de dirección y de distancia: Estos indicadores, que habrán de ser colocados en los empalmes, bifurcaciones, etc., servirán para señalar la dirección y distancias al pueblo más próximo y a la capital de provincia más cercana. […] Las letras indicadoras del número del itinerario tendrán 0,10 m de altura”.
La auténtica implantación de la nomenclatura de la red de carreteras llegó en 1939-1940, con motivo de la Instrucción de Carreteras y del Plan Peña. Este Plan, promovido por el ministro Alfonso Peña Boeuf, se aprobó por ley de 11 de abril de 1939 y tenía por objeto la reconstrucción de las obras públicas dañadas en el curso de la guerra civil.
El Plan clasificó las carreteras en nacionales, comarcales y caminos locales, en sustitución de la antigua clasificación de carreteras de primero, segundo, tercer orden y caminos locales y provinciales. Esta clasificación llegó hasta la década de 1980, en la que se produjo la transferencia de algunas carreteras a las Comunidades Autónomas.
Una de sus novedades fue la sistematización de la nomenclatura de las carreteras y su kilometración concordante. El sistema dispuesto para la denominación de las carreteras nacionales se basó en tres cifras:
- La primera de ellas correspondía al sector en el que nace la carretera. Los sectores se delimitaron por las principales carreteras radiales de España.
- La segunda cifra correspondía a la corona circular en la que nace la carretera, contada en centenares de kilómetros desde Madrid, villa que pasó a ser el kilómetro cero de todas las carreteras radiales, consolidando el privilegio otorgado por la Real Orden de 18 de diciembre de 1856, en la que se estableció la Puerta del Sol como kilómetro cero de todas estas carreteras.
- La tercera cifra ordenaba las carreteras que nacen en el mismo sector y corona adoptando el criterio de ser un número par si eran sensiblemente transversales e impar si eran radiales.
A título de ejemplo, las principales carreteras que atraviesan la provincia de Teruel tienen desde entonces la denominación basada en estos criterios:
- La carretera N-211 nace en Alcolea del Pinar (sector 2, por estar entre la N-II y la N-III, corona 1, por distar entre 100 y 200 km de Madrid y número complementario de orden 1, impar, por ser carretera sensiblemente radial).
- La carretera N-232 nace en Vinaròs (sector 2, al estar entre la N-II y la N-III, y corona 3, por distar entre 300 y 400 km de Madrid). El tercer número es par, por ser una carretera sensiblemente transversal.
- La carretera N-234 nace en Sagunto (sector 2, al estar entre la N-II y la N-III, corona 3, por distar entre 300 y 400 km de Madrid). El tercer número es par, por ser una carretera sensiblemente transversal.
- La carretera N-330 nace en Alicante (sector 3, por estar entre las nacionales III y IV, corona 3, por distar entre 300 y 400 km de Madrid). El tercer número es considerado par (aunque sea el 0) por ser una carretera sensiblemente transversal.
- La carretera N-420 nace en Córdoba (sector 4, entre 200 y 300 km de Madrid y es carretera transversal).
La década de 1940 estuvo dedicada a la reconstrucción de los tramos de carretera dañados por la guerra civil, en un marco de escasez de medios materiales. A punto del cambio de década, en el Consejo de Ministros de 23 de junio de 1950 se aprobó el “Plan de Modernización de la Red de Carreteras Españolas”, previsto inicialmente hasta 1955 y prorrogado después hasta 1960. Fue el primer intento posterior a la guerra civil para adecuar las carreteras al incremento de tráfico que se esperaba.
El Plan de Modernización clasificó la red de carreteras sobre la que se pensaba actuar en itinerarios radiales (prioritarios, siguiendo con el criterio centralista nacido en el siglo XVIII, que se acentuó tras la guerra civil de 1936-1939), subradiales (carreteras con tendencia radial, sin tener su origen necesariamente en Madrid), periféricos, insulares y complementarios.
En la práctica, el Plan priorizó la construcción de variantes de trazado en los tramos que presentaban curvas de poco radio o travesías peligrosas. Se trataba de adecuar las carreteras a las exigencias de los vehículos automóviles, que conseguían velocidades cada vez mayores y exigían mejor trazado en planta de las carreteras.
Todos los proyectos de ese periodo denominaron a las carreteras de acuerdo con los itinerarios del Plan, si bien no me consta que en los hitos y cartelería se modificara la nomenclatura anterior de las carreteras. Lo cierto es que, en los proyectos posteriores a 1960, los nombres de las carreteras figuran ya como los originarios del Plan Peña.
La edición impresa del Plan de Modernización fue peculiar, en color y con numerosas ilustraciones. Para cada itinerario se representaron gráficamente las actuaciones previstas, desde ensanches hasta variantes.
En la década de 1980 se produjo la transferencia de carreteras a las Comunidades Autónomas, lo que llevó consigo un cambio en la nomenclatura de la práctica totalidad de esas carreteras. La sencilla y unitaria concepción del Plan Peña llegó a su fin. Cada Comunidad Autónoma creó su propio catálogo de carreteras y su denominación, cuyas siglas vinieron a sumarse a las de las carreteras provinciales, que normalmente se designaban con las iniciales de la provincia. Así, por ejemplo, en las redes principales autonómicas aparecieron nombres que comienzan por AG, CG o VG (Galicia), CA (Cantabria), ARA o A (Aragón, donde curiosamente la A pertenece a la red comarcal y local y no a una autopista), C (Cataluña, misma letra que tenían las comarcales del Plan Peña), CV (Comunidad Valenciana), CL (Castilla y León), CM (Castilla-La Mancha), LR (La Rioja), EX (Extremadura), RM (Murcia), A (Andalucía, de nuevo no confundir con autopistas), etc.
Durante las últimas dos décadas del siglo XX, el Estado construyó buena parte de su red de autovías. Su nomenclatura fue una asignatura pendiente, y después de algún amago para implantar números romanos (lo que hubiera dado lugar, por ejemplo, a la autovía A-XXX, arcana donde las haya), el Real Decreto 1231/2003 modificó la nomenclatura y el Catálogo de esas autovías y autopistas. Fue el antecedente, en materia de autovías, del Anexo II de la Ley de Carreteras del Estado, que ya se ha citado anteriormente.
Por cierto, la historia sobre la denominación de autopistas y autovías se describe magistralmente en el blog “Metidos en carretera”. Ésta es la dirección del artículo:
http://www.metidosencarretera.esy.es/articulos/histnomenclatautop/histnomenclatautop.html
Para finalizar, un pequeño comentario sobre la denominación de algunas autovías, tal como figura en el Catálogo estatal junto a su nombre y a su itinerario de referencia. Las hay descriptivas de su entorno, como la autovía del Guadiana, la de Castilla, la autopista del Mediterráneo, la autovía del Cantábrico, la de la Costa de la Luz, etc. Otras se refieren a referencias históricas o culturales, como la Ruta de la Plata, la del Camino de Santiago o la Mudéjar (curiosamente, después de atravesar el territorio en el que el arte mudéjar es Patrimonio de la Humanidad, se adentra en la cuna del Románico aragonés, sin cambiar su nombre). Otras autovías tienen repetido su itinerario en la denominación, lo cual implica una denominación con un solo sentido geográfico, con un origen y un destino (por ejemplo, la autovía Lugo-Ourense). Más curioso es el caso de las que llevan implícito en su denominación un origen centralista. Es el caso de la autovía de Toledo (supongo que para los de Toledo debería ser la autovía de Madrid), la del Norte, la del Sur, la del Este, la del Nordeste… Por haber, hasta hay una dedicada a una persona, la de Alfonso Molina, exalcalde de A Coruña.
Carlos magnifico el articulo y siempre didactico. A ver si en las Escuelas de Caminos toman estos blogs como de obligada lectura. Seria posible tener completa la edicion artistica de las actuaciones en la N-234. Lo pondriamos en el Centro de VI de Barracas como complemento a los paneles de la A-23
Uno puede aprender algo nuevo aquí todos los días. Estoy un habitual para la mayoría de los blogs, pero aún no sabía nada de un par de ellos. Teriann Nate Weikert