El padre del ciclismo español.
A finales del siglo XIX, la mejora de las carreteras favoreció la afición a las excursiones en bicicleta, cuyo desarrollo fue impulsado, igual que sucedió con los automóviles, por las competiciones y carreras organizadas en dicha época.
Precisamente, el próximo 1 de junio de 2020 se cumplirá el centenario del fallecimiento de quien fue pionero del velocipedismo en España. Este decano fue un turolense: Manuel Ricol Giner (1849-1920), natural del Mas de Ricol, cerca de Santolea, en el término municipal de Castellote.
Siendo aún un adolescente, sus padres, Manuel y Miguela, se trasladaron a Barbastro, buscando mejor vida.
Profesionalmente, Manuel fue relojero; aprendió el oficio en Zaragoza y trabajó después durante unos años en Madrid. Allí fue donde adquirió su primer biciclo, hacia 1872. Poco después adquirió otro más alto y ligero, al que denominó “Jirafa”. Con ambos inició sus recorridos y paseos cerca de Madrid, y no solo eso: en 1873 consiguió viajar desde Madrid a Barbastro en su rudimentaria bicicleta.
Su afición la desarrolló finalmente en Barbastro, donde se instaló en 1877. En 1886 se impuso en la carrera “regional triciclista” celebrada en Zaragoza con motivo de las fiestas del Pilar, y posteriormente se atrevió con las pruebas de 12 y de 24 horas en carretera.
Ostentó varios records de velocípedos: 100 km en 5 horas y 48 minutos y 102 km (Barbastro – Huesca – Barbastro) en 5 horas y 10 minutos, ambos logros conseguidos en el año 1890, por carreteras con firme de macadán.
Además de su faceta como deportista, Manuel Ricol Giner fue organizador de numerosas pruebas ciclistas, y en 1896 fue socio fundador de la Unión Velocipédica Española, antecedente de la actual Federación Española de Ciclismo. Recibió numerosos homenajes y ha sido reconocido oficialmente como el padre del velocipedismo español.